Además de la tumba
Cuando se viaja, los horizontes se amplían, pero no necesariamente los interiores. A veces se obscurecen o pasan a segundo plano. La realidad exterior absorbe y el viaje se convierte en simple fuga. Una huída de lo cotidiano.
Yo intento a veces viajar con la clara conciencia de que no se trata de trasladar un cuerpo de un lado a otro, sino de ahondar en las sensaciones nuevas que el viajar produce. Quiero que la experiencia me deje algo de introspección y me obligue a mirarme en el espejo de lo diferente y lo que parece lejano y extraño.
La idea en estos casos es auscultarme a través de los sitios que visito, tomarme el pulso y tomar fotos de lo que veo o experimento. Mirarme desde otros ángulos y preguntarme para dónde voy y a dónde conducen estos caminos que inevitablemente conducen a la muerte y otras versiones del olvido seguro.