Otros sitios y facetas de Roma
Si la primera impresión que me hizo Roma no fue muy buena, y el segundo día me pareció quedarme sin aliento por su limpieza y orden, acabo de experimentar una visión más justa de la ciudad. Ayer vi la grama de un hermoso parque llena de mugre y de basura y pude constatar y sufrir, en carne propia, el hecho de que la ciudad está muy mal señalizada. Esto me parece el colmo si se considera que se trata de una municipalidad cuyos recursos más grandes los devenga del turismo.
Arranqué el día muy temprano, tanto, que hacia las 8 y45 de la mañana estaba ya llegando en bus público a la plaza del Vaticano. El estado más pequeño del mundo, con apenas 1000 habitantes y una colección de tesoros artísticos envidiables. La plaza de Bernini rodeada de majestuosas columnas deslumbra al turista más escéptico. No cabe duda que los papas del renacimiento poseían gran visión histórica, estética y cultural. Porque se dedicaron a construir, uno tras otro y siempre queriendo emular la labor del anterior, este soberbio monumento arquitectónico. El Vaticano está lleno de múltiples y variados espacios, concentrados alrededor de su Basílica, sin duda alguna el máximo templo de la religión cristiana. A esto es lo que uno pudiera llamar, posicionarse.
La ubicación tiene mucho sentido si se tiene en cuenta que en los predios del Vaticano, que antes fueron la mansión de Agripina, fue el lugar donde Nerón organizó una pira con los cuerpos de 250 cristianos, como fogata tibia para una de sus bacanales nocturnas. La ciudad había sido incendiada y él le atribuyó tal crimen a sus enemigos políticos más directos, los cristianos de los primeros tiempos.
Entré a la basílica primero y más que la famosa y archi-admirada Pietá de Michelangelo, me fascinaron los niños con alas angelicales que sostienen las fuentes con el agua bendita que se encuentran a la entrada del recinto. Las caprichosas y dinámicas columnas de Bernini que parecen subir hacia la cúpula y adornan el altar central son el centro de atención de la mirada desde cualquier esquina en que uno se ubique al interior del edificio.
Existe ascensor para una parte del trayecto, pero decidí subir a pié los cientos de gradas que llevan a la cúpula y desde allí la sensación de inmensidad se acrecienta. Es necesario hacer un descanso antes de emprender la cúpula de Michelangelo y desde donde pude apreciar vistas muy bellas de la ciudad. Imponentes y a pocos metros se encuentran las inmensas figuras de los apóstoles que flanquean el frontis de la plaza. Y cosa muy curiosa, no conté sino 10. Entiendo que a Judas no lo incluyan, pero la ausencia de otro de ellos espero que haya algún lector que pueda aclarármela.
Del Vaticano me fui en bus hasta la Bocca de la Veritá a la que me asomé y no quise dedicarle ni un segundo, encaminándome mejor hacia el Circo Massimo una preciosa explanada (imagino que la madre de todos los hipódromos del mundo) donde los emperadores celebraban las célebres carreras con aurigas. En el sitio circulaban familias romanas con sus hijos, no faltaban algunas bicicletas y por supuesto varias personas trotando y haciendo ejercicio. Lo que más me interesaba era aproximarme al Foro Romano, un complejo precioso de ruinas y edificios de la época del gran imperio, que a pesar de su ancianidad conservan un aire de conjunto que tienden a transportarlo a uno a épocas pasadas.
Después de una breve pausa para almorzar una ensalada decidí irme a pié para el Trastevere. El objetivo nunca lo alcancé porque me perdí por los vericuetos de las calles de la Roma medieval y terminé conociendo otros sitios preciosos. Entre ellos me llamó la atención la Piazza (plaza) Novona, y todos sus alrededores, que parece ser uno de los sitios donde muchos de los romanos salen con sus parejas o familias a disfrutar los domingos.
Lo cierto que es que encontrar el Trastevere se convirtió en una labor fracasada. Cuando llegué por fin al río y crucé uno de los puentes creyendo que era el Ponte Fabrizio, resultó que acababa de cruzar el Cavour y solo pude regresar cuando encontré el Ponte Margherita que me depositó en la Piazza del Poppolo. Ya eran como las cuatro de la tarde y mis pies empezaban a darme señales de uso desmedido. Al no poder encontrar el bus para irme a otra parte y darle descanso a mis pies adoloridos entré finalmente al Mausoleo de Augusto y pude apreciar el Aura Pacis y en los bajos de dicho museo una bella exposición del gran diseñador italiano Bruno Munari.
Mis piernas ya no daban más y me dirigí al bus para regresar al hotel, no sin antes comprar deliciosa pizza en el camino y un cuarto de botella de vino rojo que degullí como si fuera Calígula en uno de sus mejores banquetes. A las 8 de la noche no me quedaban alientos ni para lavarme los dientes antes de caer como una pesada piedra sobre el colchón y la almohada de esta cama extranjera, desde la cual escribo hoy lunes en la mañana antes de emprender a mi viaje de regreso a Bergen a las 13 y 40 de la tarde.
Noviembre 4th, 2008 at 1:55
Buen regreso y que tenga una excelente semana.
Bastante intersante su aventura en Roma…
Pd. Que le gane al cansancio.
Noviembre 10th, 2008 at 3:41
Muy buena tu crónica de Roma , lástima el poco tiempo que tuviste .
Cuando venga a Colombia traiga las fotos y nos das detalles.
Un abrazo
Noviembre 14th, 2008 at 23:09
Álvaro y las fotos, están prohibidas? Viste o charlaste algún obispo de medallo?