Se aproxima el apocalipsis si suspendemos el consumo
El bombardeo es diario, ruidoso e incansable. Los mensajes son explícitos, subliminales, insidiosos y múltiples. Ya ni percibimos la manera como inundan nuestras mentes y terminan traduciéndose en obediencia sumisa o en incesante búsqueda de medios que nos permitan satisfacer nuevas demandas.
La urgencia expresiva nos afecta con énfasis seductor: productos, bienes y servicios; lo último que acaba de salir; la cura para cada calvicie o carencia que sintamos y la solución para todo lo que nos molesta. Y cuando una tragedia como la del 11 de septiembre lo paraliza todo, el presidente de los Estados Unidos sale disparado al balcón a recordarnos cuál es la amenaza más real y apocalíptica de todas: la de que suspendamos el consumo. Hay que seguir comprando para que el colapso no sea total y todo se derrumbe. Nada de detenerse a pensar lo que nos pasa, nada de alargues en el duelo por los que ya cayeron, no es hora de vacilar, sino de regresar sumisos a las tiendas; a lo que vinimos; a comprar hasta que el terror consumista nos devore, o nos acerque a un final más benévolo; allí donde la parca impasible nos espera, con su guadaña y su burlona carcajada.
(Este apunte surgió como una reacción a un documental reciente, lleno de provocaciones visuales, sonoras, éticas y estéticas. Su título es SURPLUS: Terrorized into being consumers dirigido por Erik Gandini y del cual espero hablar pronto)
Julio 7th, 2005 at 1:12
Aun queda el conservadurismo comercial del europeo, gracias a Dios.
El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra
Julio 8th, 2005 at 6:02
Los supermercados y las cadenas de tiendas andan repletos, al tope.Todos compran y compran, y no digamos que artículos de primera necesidad, sino de todo, aunque no lo necesiten…
Eliminar los lujos? No sé, depende… para muchos es un lujo comprarse un libro que cuesta lo que destinaría a comer 5 días. Y bueno, ayunan 5 días, a punta de lechuga y pan con soledad. Mas veamos, ropita fashion por aquí, pares y pares de zapatos, y otros… esos son otros lujos…
A quién no le gusta vestirse como quiere? eso no es terrible, pero…
Sociedad consumista, sociedad de la falsa opulencia…
Un calidísimo salute, Álvaro.