¿Quién tiene la culpa?
Se llamaba Helen Hjartåker. Tenía apenas 27 años. Era madre de tres niños y murió ayer, después de 4 días angustiosos en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Universitario de Bergen.
La menor de los niños sigue todavía muy delicada, pero estable. A las dos las desenterraron después de yacer, por 40 minutos, bajo el lodo de la avalancha.
Con la muerte de Helen son ya dos las vidas que cobra esta tragedia, que fue provocada por la tormenta que azotó a Bergen la noche del martes/miércoles pasado y que produjo, además, graves inundaciones, en toda la ciudad.
Me entristece mucho la noticia, porque había esperanzas de que Helen se salvase. Pero por lo visto estar sin aire durante tanto tiempo tiene graves consecuencias para el cerebro.
La policía está evaluando ahora si comenzar una investigación para establecer los posibles responsables de la avalancha. Porque si bien la exagerada lluvia, 157 milímetros en 24 horas, motivó esta tragedia, quienes construyeron las casas desde donde se desmoronó la montaña tienen mucho que ver en el asunto.
Y fue constructor Nydal, conocido en Bergen por su descarad forma de construir y luego solicitar la licencia para hacerlo, quien colocó las primeras casas sobre la hermosa terraza que mira al lago Kaland. El municipio en su momento le prohibió seguir pero no hizo nada efectivo para detenerlo y 34 años después estamos sufriendo las consecuencias de sus actos.
Al municipio le cabe otra parte de responsabilidad, dado que desde 1993, cuando cayeron algunas piedras sobre la vía, los vecinos empezamos a solicitar repetidamente que se estudiara la situación y se aseguraran los terrenos. Muy poco hizo el Municipio, amarró parte de las rocas a la montaña y nada más. Nunca se hizo el estudio cuidadoso de riesgo.
La situación es delicada, porque nos han dicho que no podremos regresar a nuestras casas (si es que vamos a regresar) antes de 10 a 15, cuando se haya terminado el saneamiento de la zona y el aseguramiento de la montaña. Tendré que buscar entonces un sitio donde meterme provisionalmente.
Septiembre 19th, 2005 at 20:26
Es terrible. No sé qué decir. Los antiguos tenían una expresión: el destino, estaba escrito. Yo no sé si es un consuelo o la aceptación de que muchos fenómenos ocurren ajenos a las voluntades humanas y ante las que no tenemos más remedio que aceptarlas.
Álvaro, siento lo de la casa y comprendo perfectamente que sin un hogar te encuentres inquieto, inestable. Desearía que sólo fuese cuestión de un tiempo corto, pero mientras posiblemente lo mejor sea encontrar un sitio estable aunque pasajero.
Septiembre 19th, 2005 at 20:36
Muchas gracias Fabián, muchas gracias por tus palabras de aliento.
Septiembre 20th, 2005 at 14:02
¡QUÉ TRISTE ÁLVARO¡ LA NATURALEZA ESTÁ TOMANDO VENGANZA CON LA HUMANIDAD ES UNA CALAMIDAD.
Y EN TU CASO PERSONAL SEGURAMENTE SIENTES UN DESASOSIEGO TREMENDO E IDEAS PESIMISTAS. ES LÓGICO QUE EN MOMENTOS ASÍ UNO SE DEPRIMA.
CUANDO ISIDORE PASÓ POR AQUÍ BAJÉ UN MONTÓN DE LIBRAS DE PESO Y ESTUVE VARIOS MESES SIN PODER DORMIR BIEN. ME ALTERÓ VER TANTA DESTRUCCIÓN.
AL DÍA SIGUIENTE DE SU PASO CUANDO SALÍ A REALIZAR REPORTAJES NO PODÍA CREER LO QUE VEÍA. PARECÍA QUE HABÍAN TIRADO UNA BOMBA ATÓMICA. LAS VIVIENDAS PARECÍAN MORDIDAS POR UN GRAN MONSTRUO. EN LOS POBLADOS COSTEROS FUE PEOR. TARDÉ DÍAS EN RECUPERARME. POR ESO TE ENTIENDO PERFECTAMENTE. UNA SE QUEDA MEDIO QUE CHOQUEQUEADA. ES HUMANO.
Septiembre 20th, 2005 at 20:32
Tienes razón, Zenia. Una tragedia que no solo cobra vidas sino también el desasosiego y la inestabilidad para un gran número de familias deja sus marcas en uno.
Ni imagino lo que fué para ustedes en Cuba sufrir las consecuencias de Isidore. Un abrazo te envío y gracias por tus palabras comprensivas y cálidas.
Septiembre 20th, 2005 at 20:37
Luego de venir siguiendo durante varios días tus historias acerca de la avalancha, me pongo a pensar en lo difícil que es ayudar a alguien cuando ocurre una desgracia así. Porque no sólo quieres regresar a tu casa (no importa lo bien que te traten en otro lado) sino que te asusta regresar a la casa. Aunque la casa sea segura, te encuentras con que todos está como al revés, incierto.
Me puse a pensar que si ocurriera algo como eso por mi casa, primero no sé si vendría la policía u otro cuerpo de seguridad a avisar. Si llegaran en medio de la noche no podrían entrar a la calle (vivo en una calle ciega) porque hay reja. Si alguien los atiende pero no hay luz, tampoco se puede abrir la reja. Si llegan a la casa, todo está enrejado.
Creo que lo que más me llamó la atención de tu rescate fue que llegaran hasta tu cama para salvarte. Grandes diferencias…
Septiembre 22nd, 2005 at 1:58
Es una vivencia muy fuerte, muy fuerte.
Lo material se vuelve a adquirir y los seres que se fueron, se fueron y no volverán. Nos queda concentranos en los que amamos. Concentrarnos en la diaria existencia…
Un abrazo.