“Señor narco, su vida es sagrada, no la cambie por dinero”
EquinoXio, trae hoy como primicia una entrevista a Antanas Mockus, que yo recomendaría leer a cada colombiano. Y a quien que quiera aprender más sobre un país que se debate en medio de grandes dilemas morales.
La entrevista es muy oportuna porque sale en vísperas de elecciones presidenciales y puede ser un campanazo de alerta para votantes indecisos. Creo que Mockus (y los entrevistadores) entregan muy buenos elementos de análisis sobre lo que está pasando en Colombia y sobre la importancia de pensar muy bien cuál vía debería tomar el país en los próximos años.
Uno de los temas más álgidos que se tocan es el de las armas y la violencia. Y las inteligentes respuestas de Mockus apuntan al problema central: Colombia no ha podido resolver la guerra interna que la viene atormentando desde hace muchos años, en gran parte por la gasolina que alimenta dicha hoguera: los dineros ilícitos del narcotráfico y otras formas de delincuencia incluído el secuestro. Al respecto quiero destacar esta cita memorable, que espero sirva como abrebocas e invitación para que se adentren en la lectura completa del texto.
Yo creo que la corrupción nos hace un daño tremendo. Yo creo que el corrupto, él mismo, se destruye a sí mismo cuando acepta la corrupción. Creo que la familia del corrupto y del narco son los principales aliados en la lucha contra la corrupción y contra el narcotráfico, pero hay que lograr llegar a ellos. No están ahí señalados, no hay un directorio: “aquí están las familias de los corruptos”; si no, uno se iría a hacer talleres con ellos. Entonces toca hacer un taller con todos, que en parte involucre a estas familias. Esa es la metodología. Sirven cosas como el concurso este de dibujos de Adiós a las trampas, del que ha editado ya dos libros el Fondo de Cultura Económica, porque pone a los niños a mostrarles a los adultos que ellos sí entienden qué es una trampa y tienen buenos argumentos para decir por qué es malo hacer una trampa. Un niño del Chocó tiene un dibujito con un laberinto que dice “al que hace una trampa casi siempre le toca hacer otra trampa y así se enreda en un laberinto de trampas. Ese niño da la clave. Es mucho más complejo andar diciendo mentiras porque uno tiene que coordinar entre mentira y mentira. La verdad en cambio es solita, coherente.
Y respecto del narcotráfico, me gustaría organizar un debate nacional diciéndonos los colombianos qué haríamos con el narcotráfico si sólo dependiera de nosotros. Algo así como que a Estados Unidos le diera amnesia por un rato; se desinteresaran, digamos. Y claro, una de las alternativas es convencer a los norteamericanos de que no los debería asustar que Colombia piense como un mayor de edad en el tema del narcotráfico, por lo menos un tiempo; eso ayuda mucho a que lo que luego se haga, que puede ser parecido o un poco distinto a lo que se está haciendo, sea más interiorizado, más consensuado pero también, y por lo mismo, tal vez mucho más contundente. Nosotros no podemos gastarnos 10 ó 20 años en un tira y afloje porque en eso hemos estado en los últimos años en esos dos temas.
Mayo 15th, 2006 at 12:10
Le saludo y le sigo con interés. Por eso me he permitido incluir Ojo al Texto en mis Señas de Bitácora.
Mayo 15th, 2006 at 13:22
Álvaro gracias, está muy chévere y si Mockus no gana podemos tener esta entrevista como base de las cosas que podemos exigirle al nuevo (viejo) mandatario
Mayo 15th, 2006 at 20:19
En Perú el tema es pan de cada día. EN fin. Mira, yo siempre me he preocupado por mantenerme en la legalidad, y esto exige mantenerse también del lado de la verdad. EL tema de las “verdades” empieza a ser distinto ni bien pisa territorio personal, de relaciones sentimentales y familiares y entonces nos salimos un poco de la norma porque pensamos que no le hacemos daño a nadie. Es verdad pero también eso es mentira. Se miente o no se miente. Dificil. Somos humanos. De cualquier forma, el mejor negocio, tanto en comercio como en sentimientos, es ser honesto. Espero que puedan creer esto.
Un abrazo.
Mayo 15th, 2006 at 22:32
Pocas cosas son tan satisfactorias como decir la verdad, con firmeza, sin tener que hablar duro, mirando a los ojos. Sin importar las consecuencias, a mi por lo general me queda una profunda paz interior.