Martina y el sol
Cada cual aprende a recibir el sol en las mañanas. Para los del norte son una bendición inmerecida. En el trópico dulcifican la mañana pero son un anuncio de tardes en que se corre el riesgo de muertes calcinadas. En los pocos días del mes que tiene libre, Martina saca un rato frente a la ventana mientras yace en su lecho. Cierra entonces los ojos, respira hondo y percibe la radiación del sol que acaricia sus pupilas como una llamarada. Esto la arrebata y rememora la forma en que la poseía su marido, meses antes de que llegara el asesino.
Octubre 9th, 2007 at 15:47
Muy bacano que fueras publicando esta serie de cuentos ;este último no lo conocía y me encantó
Octubre 9th, 2007 at 15:56
El sol, sin el cual no podríamos vivir, para unos es excesivo y para otros escaso. Pero el derecho a la vida es igual para todos, ¿porqué tuvieron que asesinar al marido de Martina?
Saludos,
Octubre 9th, 2007 at 18:18
Excelente historia, tan fugaz como esa lamentable pérdida del marido que tenía.
Octubre 9th, 2007 at 18:46
Pobre Martina, quedò sin sol.
Octubre 9th, 2007 at 20:35
muy buen cuento corto, interesante espacio, volvere con mas calma…
he llegado por lado C….
SALUDOS DESDE EL IMPERIO
Octubre 10th, 2007 at 1:16
Muy bacano y contundente.
Octubre 10th, 2007 at 2:04
Gracias por tu visita que nos permite conocer tu blog… y como dices… volveremos, no es que me crea “regio”, cuando hablo en plural, lo que pasa es que somos un colectivo y hablo a nombre de mis compañeros… saludos y Free Birmania Free…
Octubre 10th, 2007 at 15:45
En el calor del sol se puede rememorar el calor del ser amado. Es triste que ya no lo pueda tener, pero es más triste la forma como lo perdió.
Buen blog, saludos
Octubre 11th, 2007 at 6:49
Hermoso e inteligente parrafo. Me recuerda los libros de Eduardo Galeano.