Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Estas palabras de Jorge Luis Borges parecen sencillas y mínimas, pero el orden, la forma y la argucia con que han sido organizadas, las convierten en una compleja obra de arte.
Ahora bien: si vamos a inventar un juego, ungallito (gadget) o una plataforma para poder armar documentales colectivos ¿será posible seguir las estrategias de Borges para escribir versos?.
Se me ocurre que sí. Ya que para probar una plataforma de edición múltiple y colectiva de video clips, habrá que empezar con unidades muy pequeñas.
El dialecto SMIL permite editar imágenes en movimiento (video) con la misma rapidez y facilidad con que reorganizamos textos digitales, es decir con la conocida técnica cut and paste. Sería entonces posible proponer la creación de un documental que escogiendo algunas tomas simples (a la manera de los vocablos borgianos) permitieran a todos los que quisieran jugar con ellos, componer distintas versiones del mismo documental. Y las imágenes pueden tomarse con simples teléfonos celulares.
Borges ha armado dos increíbles versos con tres ríos, dos tiempos, una carne, dos muertes, una sola vigilia y varios sueños.
Tal vez se necesiten dos zapatos, un rostro bello, una laguna, dos guadañas, un bebé desayunando, una salida de la fábrica y la llegada de un tren, para crear múltiples versiones de una misma película.
Como aquella que hicieron los hermanos Lumiére hace 110 años.
Nuevas formas de arte popular enérgicas y enamoradas.