Ante-noche pude asistir a un excelente concierto. Con la llegada de la primavera llegan a la ciudad un par de centenares de músicos de muchas latitudes y en su mayoría de habla inglesa. Los invita el Festival de música Ole Blues que se organiza en Bergen cada año.
Se trata de músicos de todos los estilos y tamaños. Intensos, delirantes, taciturnos. Llegan a Bergen para encargarse de hacer vibrar a los melómanos. Los escenarios de todo tipo se abarrotan de un público entusiasta que se agolpa en bares, clubes o salas de concierto. Asisten con la intención escuchar y aplaudir a una cuidadosa selección de los mejores ejecutantes en vivo del momento. Y parte del encanto y la gracia de quienes organizan este festival es su capacidad para atraer figuras establecidas, al mismo tiempo que nos sorprenden anualmente con nuevos y desconocidos ejecutantes.
Hace 6 años cuando en Noruega nadie sabía del Elíades Ochoa y su cuarteto Patria, o de Ry Cooder y Compay Segundo, este festival invitó estos genios de la actuación en vivo a Bergen a encontrarse con un público que los supo aplaudir hasta el desmayo.
Ante-noche pudimos ver un potpurrí de ejecutantes, donde se mezclaban las voces cuidadas y profesionales de jóvenes artistas locales (la nueva ola de Bergen) con artistas venidos de otras latitudes.
Dos números me impresionaron de manera especial: Rick Harper, un cantante que se acompaña apenas de su guitarra acústica en ejecuciones de gran gran rango dinámico y profundidad. Uno se engaña creyendo escuchar un trío completo de músicos acompañándole. En varias ocasiones me pillé escudriñando entre sus dos micrófonos y otros tantos amplificadores para ver si tenía encendido algún tipo de sonido acompañante (playback) que estuviese enriqueciendo la sonoridad de sus ejecuciones. Tuve que darme por vencido y constatar que el espectáculo de fuegos artificiales que este hombre conseguía conjurar en nuestros oídos, era solo el producto de su voz y una inusitada, volcánica e innovadora manera de pulsar y manipular una simple guitarra conectada a un amplificador de sonido.
Por otro lado y en un tono mucho más íntimo y sereno Heidi Marie Vestrheim, una bella y talentosa vocalista de Bergen, nos sorprendió con la ejecución de tres canciones de su inspiración en las que se deja ver el talento para actuar en escena y el enorme potencial de esta joven artista hacia el futuro.
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