El incansable y docto Jacinto quien es el autor de Stralunato, ha tenido la buena espina de investigar un poco más sobre el oximoron y me ha regalado en los comentarios esta perla de la poesía española del Siglo de Oro, del cual yo había extraído apenas un ejemplo. Se trata de un ejercicio brillante de estilo, donde Lope muestra todo su talento y su capacidad carnavalesca e inventiva.
Sosiega un poco, airado temeroso,
humilde vencedor, niño gigante,
cobarde matador, firme inconstante,
traidor leal, rendido victorioso.
Déjame en paz, pacífico furioso,
villano hidalgo, tímido arrogante,
cuerdo loco, filósofo ignorante,
ciego lince, seguro cauteloso
Estas rimas (apenas un extracto) son un ejemplo del oximoron tal como lo define la Real Academia, es decir como la conjunción de dos adjetivos contradictorios (en apariencia) que construyen paradojas muy inteligentes y bellas.
Por su parte Paco el autor de Poéticas, contribuye y riposta con otro genial ejemplo de Quevedo que acumula los oximoron de ambas clases, incluyendo los entendidos como figuras poéticas complejas.
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!